Pero, ¿qué se entiende por
experiencia transformadora? ¿Y cómo puede la Psicología Aumentada favorecerla? Por experiencia transformadora entendemos un proceso de cambio, constante y duradero. Se diferencia del concepto de cambio, que se refiere a un estado psicológico y/o fisiológico potencialmente reversible con una duración limitada. La experiencia transformadora, en cambio, es un cambio repentino y profundo en nuestro mundo interior, que se distingue de todas las demás manifestaciones psicológicas del individuo. Tiene tanto una
dimensión epistémica como personal, es decir, no solo cambia lo que se sabe, sino también la forma en que experimentamos nosotros mismos (Gaggioli, 2016). Son experiencias nucleares que llevan a una revisión profunda de nuestra organización, a una nueva conciencia y a nuevas formas de entender nuestro mundo y nosotros mismos. Estos cambios interiores y profundos surgen de las experiencias de vida que nos acompañan en nuestro desarrollo personal. Son experiencias espontáneas, genuinas que requieren una participación profunda de la persona y condiciones adecuadas para que ocurra una revisión.
Mihaly Csikszentmihalyi (2014) define “flujo” a estos momentos de alto impacto emocional, a los que se puede agregar otro tipo de experiencia, definida por Edward Cell, “aprendizaje trascendente”. Alcanzado ese estado mental de cambio profundo, la persona descubre e integra los nuevos conocimientos que ha construido sobre el mundo, para realizar una revisión existencial. Podríamos afirmar que se tiene una experiencia transformadora cuando lo vivido conduce a una
profunda perturbación en nuestra manera de ser y de construir la realidad. Es la persona misma quien reconoce su experiencia transformadora en el momento en que es capaz de reconocer la importancia del evento vivido (Kitson et al., 2019).